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Frecuentemente escuchamos y se supone que es obvio; que no nos debe importar lo que digan los demás, que importa lo que en realidad nosotros pensemos de nosotros mismos y de lo que somos.

Pues bien, esto cobra otro significado, según nuestro estado consciencial y de las circunstancias específicas. En mi caso como seguramente les pasa a muchos, me han juzgado por todo, porque si, porque no, por hacer, por dejar de hacer, por muchas cosas. En mi adolescencia sufría mucho por eso, era una fuente inagotable de desdicha; me preocupaba lo que pensaran de mi, mis amigos, mis profesores, mi familia y más que nada mi papá.

Cuando mi padre falleció, llegó el tope del enjuiciamiento en mi vida, me explico: sucede que mi padre tenía por costumbre decir pendejadas cuando estaba bebiendo con otras personas, dado que sufria de alcoholismo, (cosa que aceptaba con los que vivíamos con él) bebía frecuentemente. No todo su discurso eran bobadas pero parte del mismo lo eran. Una de las cosas que el decía era que mi mamá y yo lo queríamos ver muerto, supongo que uno de los motivos era que yo no le llevaba la idea como el 90% de quienes lo conocían y con mi mamá tenía sus problemas, así pues; en medio de la borrachera, profería estas hirientes palabras. Yo nunca le puse atención porque sabía que era producto del estado de ebriedad.

El problema para mi, fue cuando el falleció, personas de la familia empezaron a decir: «como ellas lo querían ver muerto»….y eso si me afectó sobre manera, que cosa tan dolorosa para mi; porque fueron personas que yo amo sinceramente quienes dijeron eso, nunca me lo esperé de ellas; así que me afectó mucho. En ese momento de mi vida dije: STOP; decidí que nunca me iba a volver a importar lo que dijeran otros y así fué durante muchos años, ciertamente me desapegué mucho de las opiniones ajenas, sin embargo, hoy comprendo que lo que hice, fué bloquear esa situación, sin analizar o hacer consciencia del por qué me dolía todo ello y que heridas activaba en mi

Me enfrenté a cosas que decían otros, cosas que iban en contra de lo que yo pensaba de mi, o sencillamente cosas que eran falsas, pero las tenía como bloqueadas y mi respuesta frente a eso cuando lograba engancharme con ello, era la rabia contra la persona que decía cosas sobre mi. Y una sensación de injusticia que era demasiado incómoda, por tanto se convertía en rabia, en tristeza o en ambas.

Hace menos de dos semanas me enfrenté a lo mismo, en esta ocasión fué con una amiga, de hecho nuestra amistad terminó por sus apreciaciones, por lo que ella proyectaba que yo tenía que haber hecho en cierta situación. Básicamente ella puso unas expectativas sobre mi y por falta de comunicación de ambas partes no cumplí con ello. Desglocemos el asunto: yo quería cumplir un objetivo que la involucraba a ella, para cumplir con mis objetivos yo necesitaba contar con el tiempo de ella, por tanto conocer sus itinerarios, ahí falló la comunicación; porque no pregunté la cantidad de veces que tal vez hubiese sido necesario, para saber que tiempo tenía ella para la realización de dicho objetivo. Por su parte ella no me informó de sus itinerarios en detalle, en cambio esperaba que yo hiciera varias cosas y yo por mi parte no tenía ni idea de lo que ella esperaba.

Como ven, falta de comunicación y exceso de expectativas… Cuando se acercaba la fecha límite para cumplir con las actividades que yo tenía en mente desarrollar en su compañía, algunas de las cuales hablamos previamente (y otras que ella tenía en mente pero que yo no tenía ni idea que ella quería), le hablé para su ejecución… ella estaba molesta, (no me lo quizo informar; pero yo me dí cuenta porque pude sentir su malestar.) y me dijo que no tenía ya tiempo y que dejaramos así; aún así como ya habíamos hablado un par de veces respecto al tema, pues hice énfasis en eso y en que sacáramos el tiempo para organizarnos.

En resumen, como seguí dando lata hablándole para que al menos nos vieramos antes de su partida de Bogotá, se soltó en prosa y me comunicó su profunda decepción y me dijo varias cosas más, que mejor no traigo a cuento; dió por finalizada nuestra amistad, es decir que me terminó y me deseó lo mejor. Cuando me repuse de esto, le contesté que respetaba su punto de vista, que por lo visto no le interesaban mis explicaciones, que podía comprenderlo; le recordé ciertas cosas, ya que parte de lo que me dijo no era cierto y dicho eso, le di las gracias y le deseé lo mejor. Fin de la amistad de 15 años.

Empecé a hacer introspección, como digo en sesión; a mirar pa’ dentro, ya que fué algo que me dolió mucho, porque me acusó de manera injusta, adjudicándome calificativos de algo que no soy, recordé que esto me había pasado antes, en la universidad con una amiga (pero en esa ocasion reaccione diferente y no me di mi lugar), cuando mi papá falleció, durante mi niñez y adolescencia con mis amigos, con mi padre que algunas veces fué injusto en sus acusasiones… Me dí cuenta que esta persona estaba poniendo luz en heridas aún no sanadas, me estaba ayudando a ser mas consciente y la vida me estaba repitiendo una situación a ver si yo iba a actuar de la misma forma que otras veces. Pues esta vez dije de forma consciente: ¡stop! y en lugar de rogarle atención, de mendigar amor o de insistir en aclarar una situación, que por falta de comunicación mutua y de organización se propició; acepté lo que me dijo, terminé mi comunicación con ella, agradecí por lo vivido y me aparté.

Acá es donde viene a cuento «redefinir mi valor»; me di cuenta que no importa lo que digan de mi, porque de verdad que yo me conozco y con eso me basta, no tengo que demostrar nada, ni ser perfecta, ni ser salvadora, ni comprar afecto, ni nada de eso. Sólo tengo que ser yo, con mis aciertos y desaciertos, saber que con todo ello valgo 100% y no tengo que sentirme mal, así los demás piensen o digan lo que se les de la gana. Sólo que ésta vez, lo hice de forma consciente; tuve que vivir un duelo que todavía estoy terminando de procesar, lo hice desde otro lugar, volviendo a recordar que no todo dura «para toda la vida», que esa falsa seguridad nos la vendieron otros para encajar, eso de: «amigos para siempre» ó «juntos para toda la vida» es una cosa que nos ha vendido el egocentrismo, es una falsa seguridad, proveniente de una sociedad enferma por el control.

Así que si, me vale lo que piensen de mi, porque en mi caminar soy lo más coherente que puedo; procuro todos los días alinear mi sentir con mi actuar y mi pensar, ¿que tengo errores? ¡claro!! los tengo, aún así, me acepto, me amo y valgo por todo lo que hace de mi, este ser llamado Maribel.

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