fbpx
«Haga lo que se le de la gana» es lo que se dice de parte de quien se supone tiene mas autoridad que su interlocutor para finalizar una conversación o discusión dependiendo el contexto.

Se tilda como algo negativo el hecho de hacer lo que se desea. Pero ¿por que?, ¿acaso nos falta criterio y sabiduría para decidir respecto a nuestra vida?.

El debería  muchas veces nos hace daño, porque «el debe» es algo que gran parte del tiempo viene de la imposición familiar, social y política. Algunas veces va en contravía de lo que queremos pero detengámonos un poco a analizar cuándo debemos seguir un sentido invisible del deber y por otra parte cuándo hacer lo que se nos de la gana. Si estoy de frente a una decisión que plantea los caminos del debo y el quiero, según mis valores y mi experiencia es importante ver que cosas son blancas o negras; como aquellas que son de tipo ético, la ética no tiene tonos grises; es blanca o negra, no existe un término medio en lo que se refiere a ética y un ejemplo sencillo de esto es no decir mentiras, punto. Otro ejemplo es no participar en una contratación que implique un soborno.

Sin embargo hay «deberes» que son más una imposición social, familiar y hasta política por costumbres aprendidas desde hace décadas e incluso siglos; otro ejemplo común de esto es quienes buscan casarse a cierta edad porque se supone que «se debe» formar una familia, sentar cabeza, tener hijos y conservar un apellido, de hecho algunas ocasiones, tener familia que herede un legado que muchas veces se ve representado en dinero.

Pero cuando nuestra decisión está orientada a seguir nuestro corazón, a seguir un sueño, a elegir seguir un camino que para la sociedad, los amigos o la familia es absurdo, es ahí cuando «nos debemos» decidir en favor de lo que nos haga felices aún cuando esta  decisión moleste y cause escozor a los demás. Puede ser que yo decida no tener hijos y que mi familia no esté de acuerdo pero es una decisión consensuada con mi pareja y así sea hija única pues mi pareja y yo no queremos. También podría ser que decidí elegir un camino laboral que poco o nada tiene que ver con mis estudios los cuales realicé por imposición, indecisión u otra razón y al final cambio de actividad laboral o simplemente nunca ejerzo mi carrera y no obstante eso me hace feliz.

Sin embargo también existen los escenarios en los cuales no queremos seguir «al deber» y esta decisión supone un camino que sabemos nos puede traer dolor e incluso sufrimiento y queremos hacer lo que se nos da la gana dejándonos llevar por un encaprichamiento temporal o incluso llevados por un supuesto sentimiento que viene del corazón y es allí donde «nos debemos» ser coherentes entre lo que pensamos, sentimos y decimos. Nosotros somos nuestros mejores maestros y algunas veces quisiéramos decidir en favor de nuestra comodidad y resulta no ser conveniente para nuestra vida decidir con el deseo si no más bien con el deber y no con el deber de algo impuesto por nadie; si no más bien con el deber hacia nosotros mismos, nuestro bienestar y crecimiento y eso es algo que lo sentimos en el cuerpo, al principio es una sensación pequeña en algún sitio como el vientre o el pecho y a medida que pasa el tiempo y no decidimos en favor «del deber propio» esa sensación empieza a crecer hasta llevarnos a conductas marcadas por la ansiedad como por ejemplo comer de más, fumar o consumir licor, por mencionar unas conductas.

Un ejemplo clásico de una situación en la que no queremos seguir «al deber» y sabemos que no es por ahí es involucrarnos en una relación amorosa que no encaja con nuestros estándares, es muy común que queramos seguir en una relación que no nos conviene porque más allá del querer, está el deber del amor propio y cuando estamos en una relación que va en contra de nuestros estándares no negociables y lastima de cualquier forma nuestro amor propio, entonces habremos caído en el querer que en una ocasión puntual como esta viene del ego, es decir de nuestros miedos más profundos, esos que nacieron en nuestra niñez y derivaron una estrategia comportamental que nos permitió sobrevivir emocionalmente en la selva del colegio, casa y posteriormente en la universidad pero esta estrategia de comportamiento al nacer del miedo es opuesta al amor y lo que es opuesto al amor va en contra de nuestro crecimiento y felicidad.

El debo y el quiero se filtran fácilmente por la alineación entre lo que pensamos, sentimos y decimos, si ese debo o quiero está alineado con estos tres filtros entonces la cosa va bien por ahí, ya que estaremos actuando en coherencia. No siempre es fácil, asi como  no siempre supone una incomodidad decidir bajo estos parámetros, pero si que es cierto que muchas veces salirnos de nuestra zona de confort trae la recompensa del bienestar sostenido en el tiempo, cambios positivos para nuestra vida o sencillamente nos trae felicidad porque habremos decidido en favor nuestro y de nuestros sueños. Lo que les puedo decir es que cada vez es más sencillo decidir bajo una sola línea y es esa que es recta entre la cabeza, la boca y el corazón.

Asistencia en línea